Ana Ros y yo. Hisa Franko
Enseguida tuve una sensación muy rara. Como si ella ya me conociera y hubiera cocinado para mí. Sin que lo supiera. No solo conocía mis gustos, sino también mi vida. Sus platos eran un resumen de mí, de lo que me gusta, de cosas de mi pasado cuando todavía vivía en mi país, en Italia. Conocía las aficiones de mi infancia en Umbría, como coger caracoles entre las piedras cuando paraba de llover, buscar con mi abuela brotes y hierbas silvestres por las praderas de Colfiorito