
Napoli: San Gregorio Armeno, la calle de los artesanos de Belenes

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By Carlotta Casciola
¿Buscáis una pieza especial para vuestro Belén, se os ha roto una figurita o queréis añadir un personaje famoso? En San Gregorio Armeno encontraréis esto y más.
Sólo por darse un paseo por la calle San Gregorio Armeno vale la pena un viaje a Nápoles. Es una de las estrechas calles del centro de la ciudad, donde desde hace siglos se concentran los talleres y las tiendas de los artesanos de figuras de pesebres. Es una calle tan repleta de tiendas y de productos, sobre todo cuando se acerca la Navidad, que si no fuera por el carácter religioso del género casi se podría decir que uno se siente como en un zoco árabe. La gente, los colores, las voces y sonidos la convierten en un espectáculo inesperado. Todavía se pueden observar escenas de otros tiempos, como una vendedora que vende musgo y cortezas de árbol pesándolos con una antigua báscula mientras el cliente regatea animadamente el precio.
Los productos expuestos a pie de calle, aunque producidos claramente de forma industrial (su precio los delata) sorprenden por su variedad y creatividad: las cestas con productos de la huerta que van en los brazos de pastores o vendedores ambulantes, el mostrador de una carnicería con todo tipo de embutido o la tienda de quesos con sus productos alineados en las estanterías; las botellas de vino, la vajilla, los tejados y las puertas de las casas, todo es representado hasta el más mínimo detalle. Además, se pasa sin solución de continuidad de lo sagrado a lo profano: las estatuillas del pesebre comparten los expositores con cuernos de todo tipo y tamaño, el amuleto contra la mala suerte típico de Nápoles.
Históricamente los Belenes se limitaban a la representación de la Natividad y se realizaban solo en lugares de culto. Fue a finales del siglo XVII cuando apareció el Belén napolitano, en el que se incorporaba la representación el mundo profano con sus personajes y escenas de la vida real, por que los Belenes ya no se exponían solo en las iglesias sino que empezaban a aparecer también en los palacios de nobles y ricos mercantes. Estas antiguas figuras son un verdadero retrato de la evolución de la sociedad napolitana, encontramos desde ángeles, santos y diablos, a pastores, vendedoras ambulantes, al panadero, al carnicero y como no, también al pizzaiolo. Además de estos personajes tradicionales, cada año el pesebre se enriquece con personajes famosos contemporáneos como políticos, futbolistas, actores, etc. Hemos encontrado por ejemplo una estatuilla artesana de Giovanni Rana, el famoso productor italiano de pasta rellena.
Esta curiosa mezcla hace que hasta aquí peregrinen viajeros de todo el mundo, de todas las razas y religiones, integrándose en este teatro callejero napolitano; algunos llegan por curiosidad, otros para comprar amuletos o piezas curiosas y quien, con el bolsillo lleno, busca caras figuras antiguas. De hecho, al lado del kitsch, San Gregorio Armeno esconde auténticos tesoros, principalmente en las tiendas escondidas en los patios de los antiguos y destartalados edificios. Allí se encuentran los talleres en donde todavía los maestros artesanos realizan manualmente las espectaculares figuras. Se les puede ver manos a la obra modelando la cerámica, pintando los detalles, cosiendo los vestidos, montando piezas. Algunos de ellos realizan las estatuas exactamente como hace un siglo. Entre ellos esta Marco Ferrigno, con su taller fundado 1836. Cada una de sus figuras tiene la cabeza hecha de terracotta, los ojos de cristal, el cuerpo hecho de alambre forrado de estopa para darle plasticidad, manos y pies de madera, y los vestidos antiguos cosidos a medida con seda y otros materiales preciosos. Verdaderas obras de arte.
Existe además un mercado de figuras artesanas antiguas realizadas por famosos artistas del pasado, pero cuidado, para comprarlas hay que conocer muy bien este tipo de productos o estar asesorado por un experto, además de tener un buen presupuesto…
Una vez acabadas las compras en San Gregorio Armeno, no se puede perder la ocasión para aprovechar que a pocos metros se puede disfrutar de una de las mejores pizzas napolitanas del mundo, la de Gino Sorbillo. Y para rematar, el postre lo podemos tomar bajando hasta la pastelería Attanasio, que hace la mejor sfogliatella de Nápoles. Y como no, ellos también tienen sus estatuillas, con la diferencia de que tienen un motor eléctrico y representan en movimiento al pizzaiolo mientras saca la pizza del horno y al pastelero mientras hornea su sfogliatella. Ah, y cuidado en no distraeros, en ambos sitios hay que coger número y ponerse en la cola, que hay mucho goloso que viene a comer estas delicias.
¡Felices fiestas!